Francisco Sosa Wagner │ Mercedes Fuertes Marcial Pons, edición 2023, 374 páginas.

Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes, autores bien conocidos en el ámbito del derecho administrativo, nos presentan este nuevo libro, primero de una saga. La obra no defrauda. Viene avalada por la calidad de otras de Sosa Wagner en la misma línea (Maestros alemanes del Derecho Público, Marcial Pons, 2ª ed. 2005).
Cumple las expectativas que generan las palabras del título y de la contracubierta: iluminar el tiempo pasado de los grandes maestros del derecho público continental, liberándolos de la frialdad del “apellido escueto” que suele figurar en los libros de la disciplina. ¿Y cómo hacen para sacarlos del anonimato? Por una parte, relatando la historia de esos años y de las trayectorias personales y científicas de los autores. Por otra, con una selección de textos de sus principales obras que recogen las explicaciones de las cuestiones básicas del derecho público del momento que les tocó vivir. Se describen de modo directo, espontáneo, convincente, y a veces desenfadado. Son textos que se remontan siglo y medio, y más; pero que no están congelados en el tiempo. Son las raíces doctrinales de nuestro sistema, sea el servicio público, las potestades administrativas, la constitucionalidad de las leyes, las instituciones jurídicas, la potestad reglamentaria, la organización de los poderes del estado, la libertad, los derechos de los ciudadanos, la extensión del control judicial de los actos y normas de la Administración, etc. El marco histórico político en el que se producen sus disquisiciones, tantas veces convulso, -siglos XIX y primeras décadas del siglo XX-, no es un simple decorado. Contribuye a entender sus propuestas y a comprender sus reacciones ante los diversos acontecimientos y sucesos que conmovieron la opinión pública como las guerras en Europa, la caída de algunas monarquías, el “affaire Dreyfus”, etc.
Décadas en las que el derecho administrativo en Europa se encuentra en sus balbuceos. El papel relevante del Consejo de Estado francés es muy notable. En su jurisprudencia beben los autores contemporáneos para discernir sobre los criterios básicos del derecho administrativo. Hauriou llegó a escribir casi 400 comentarios de arrêts. Lo que no empece las elaboraciones doctrinales como la que distingue entre los actos de autoridad y los actos de gestión y que encuentra su versión cúlmen en la obra de Lafèrriere (Jurisdictión y contentieux de 1887), y de la que da cumplida explicación León Dugit en el libro Las transformaciones del derecho público (1913).
En la nómina de autores franceses destacan el citado Leon Duguit (1859-1928) y Maurice Hauriou (1856-1929), dos “vidas paralelas”, cuya trayectoria es relatada con cierto pormenor, poniendo el acento en su relación como colegas y como amigos pese a las diferencias de criterio y de planteamientos ante la vida. Duguit viajero, más lucido socialmente. Hauriou más reservado y casero salvo los intentos fallidos de ir a París. Pero no solo ellos. También se estudia a Laferrière, Esmein, y Carré Malberg.
No es el libro una exposición fría y descarnada de personas y textos. Muestra la muy distinta personalidad y sensibilidad de unos y otros: su ideología política, su ciencia, su fe en la trascendencia en algunos casos, su interés y compromiso ante los problemas de su tiempo. Hombres en los que se adivina su preocupación por servir a su país. No se esconden las miserias que acompañan al ser humano en todas las épocas, como los caciqueos que impidieron a Duguit y Hauriou, catedráticos de provincias, acceder a cátedras en París. Y cómo tuvieron que recalar estos dos grandes maestros, tras sus oposiciones en París, el primero en Caen (Normandía), más tarde en Burdeos, y el segundo en Toulouse donde llegaría a ser “le doyen”, el Decano, tantos años.
Estos autores, y los autores alemanes y austríacos (Laband, Mayer, Jellinek, Triepel, Smend, Kelsen, Schmitt); e italianos (Orlando, Santi Romano, Ranelletti, Camme y Zanobini) que se estudian en el libro, también en su contexto histórico y personal, no solo eran por lo general cultivadores del derecho administrativo. También del derecho constitucional. Poseían una formación envidiable. Muchos de ellos con una cultura humanística y jurídica anclada en el derecho romano y en el latín. Hauriou se doctoró en esta disciplina, pero hay otros que siguieron esa estela: Gastón Jèze, de azarosa vida, “l´enfant terrible de la escuela del servicio público” en palabras de Hauriou y autor de un libro muy celebrado: “los principios generales del derecho administrativo” (1903). La palma de conocimientos jurídicos se la lleva Santi Romano autor de obras en diversas ramas del ordenamiento jurídico: el curso de derecho Internacional (1926) el curso de derecho constitucional (1928), antes las lecciones de derecho eclesiástico (1912), el curso de derecho colonial (1918), el curso de derecho administrativo (1930).
Muy interesantes las páginas dedicadas a las reuniones anuales de profesores alemanes que, a iniciativa de H. Triepel comenzaron a celebrarse a partir de 1922 para examinar la situación del “Derecho del Estado” y discernir sobre las cuestiones que les parecieron más acuciantes del derecho público: el control judicial, los poderes dictatoriales del Presidente, la libertad de opinión, la ley formal y material, el derecho electoral, los funcionarios, etc. En ellas se vertían elevados conceptos jurídicos, un “festín de conceptos” -así los califican los autores del libro-, aunque al parecer rizaron el rizo demasiado en alguno de esos congresos (Munich 1927) pues Richard Thoma, a propósito de la complejidad y oscuridad de los conceptos que se estaban empleando en los debates, llegó a desahogarse con la exclamación: «¡me suenan a chino!»
No podemos en estas breves páginas referirnos a todas las referencias que Francisco Sosa y Mercedes Fuertes hacen de los autores más prestigiosos del tiempo que abarca el estudio. Animamos muy vivamente la lectura del libro que, además de instructiva es amena. Una lectura -parafraseando el subtítulo del libro, “obligada” para los estudiosos y profesores de la disciplina, y “recomendable” para los curiosos. Solo cabe felicitar a los autores, y felicitarnos por disponer de una obra tan valiosa. Y esperar la pronta aparición del segundo volumen anunciado ya en la introducción del libro.