Un eminente universitario y académico comprometido con su tiempo

I. Vida universitaria. Un hombre querido y recordado

Manuel Colmeiro y Penido (Santiago de Compostela 1. I. 1818 – Madrid, 11.VIII.1894) es una figura egregia del siglo XIX en los diversos campos que cultivó: la Economía, la Historia, el Derecho Político, y el Derecho Administrativo, del que fue uno de los creadores. Su polifacética actividad intelectual, universitaria, cultural, social, y también política, está vertebrada por su vocación docente e investigadora. Desde muy joven, recién acabada la carrera de Derecho, pasó a desempeñar la cátedra de Economía Política durante el curso académico de 1840 a 1841. Tenía entonces 22 años. Un reguero de cargos importantes surcaría su existencia.

La docencia y la investigación fueron sus actividades principales. Obtuvo la cátedra de Economía Política en Santiago de Compostela el 5 de mayo de 1847, a los 27 años, y, casi simultáneamente, el 14 de junio de 1847, la de Derecho Político y Administrativo de la Universidad Central de Madrid, que regentó durante 33 años. Todavía le quedarían 13 años de amplia dedicación al servicio público. La muerte, en 1894, le sobrevino cuando preparaba la 5ª edición de su Derecho Administrativo español, libro que fue elogiado dentro y fuera de España por autores franceses tan conspicuos como Batbie o Lafferière, y que todavía formaba a juristas de derecho público en décadas posteriores como recordaba Gascón y Marín en 1950.

Manuel Colmeiro es recordado periódicamente, un fenómeno no muy habitual, incluso entre personas ilustres. Así, en 1950, se celebró en la Universidad de Santiago de Compostela el centenario de la primera edición de su libro Derecho Administrativo Español; en 1994 la Escola Galega de Administración Pública reunió en un libro los estudios conmemorativos del primer centenario de su fallecimiento. Y en enero de 1995 la Real Academia de la Historia evocó ese mismo centenario en una sesión en la que el historiador Luis Suárez Fernández pronunció el discurso conmemorativo.

II. Dedicación a los alumnos

En ese ámbito universitario la dedicación a los alumnos de la Universidad fue una de sus preocupaciones, -y de sus ocupaciones-, pues algunas de sus obras principales se forjaron al calor de la vida universitaria, para facilitar el estudio. Cuando publicó sus Principios de Economía Política, en 1859, manifestó que era un libro de enseñanza y no de política, ya que sólo había querido exponer “las verdades fundamentales de la ciencia”. Los estudiantes, cuando hubieran adquirido más conocimientos y con más experiencia, podrían “penetrar sin peligro en el laberinto de la controversia”. En la Introducción a su Derecho Administrativo español (4ª edición) escribe: “Mi objeto ha sido ordenar por categorías las leyes y actos administrativos para facilitar su estudio a todo el mundo, su enseñanza en las aulas y a las autoridades su aplicación”.

El interés por la educación de la juventud estuvo presente durante toda su vida. Fue consciente, como lo son todos los docentes del derecho administrativo, que esta asignatura no goza del “mejor cartel” entre el alumnado. Para hacérsela más fácil y llevadera escribió sus obras. Cuenta Gascón y Marín que Colmeiro fue un profesor querido por sus alumnos pues supo exponer en clase lo que convenía para facilitar la tarea del alumno, él que había adquirido un conocimiento grande de los autores clásicos y de sus contemporáneos. «Colmeiro supo realizar tal labor y por ello gozó de gran respeto entre la clase escolar, de gran autoridad en el mundo científico, autoridad y respeto que se exteriorizó en sus relaciones con la clase escolar, que si al principio, por tratarse de materia tan poco grata en aquella época a los estudiantes, como la administrativa, fue recibido con alguna reserva, la labor docente hizo desaparecer esta, convertida en afecto indiscutible hacia el maestro y profesor eminente».

Sigue afirmando Gascón y Marín, citando a Melchor Salvá, catedrático de Economia de la Universidad de Madrid, que “don Manuel Colmeiro consagró su vida a la ciencia y a la enseñanza, para cuyo estudio y cuyo ejercicio aunábanse en él aquellas dotes y facultades intelectuales que por ser en mucho opuestas y contradictorias no suelen verse unidas ni de consuno”. Afirma que “a una inteligencia perspicaz y apta, a una gran facilidad para comprender y darse cuenta de los ajenos y de los propios pensamientos, a los preciados dones de una meditación constante, uníanse en él un trabajo tenaz no interrumpido y de toda su vida, una soltura y rapidez singulares para escribir sin embarazo y sin estorbo, un espíritu crítico inspirado en el amor a la verdad de la verdad y de la ciencia, diligencia inexorable para inquirir en Archivos, Bibliotecas, obras manuscritas, cuanto convenía al asunto que se proponía tratar; palabras que reflejan muy exactamente lo que destaca en la vida del insigne don Manuel Colmeiro, en el que Salvá ve no solo al sabio, sino también al crítico sagaz y desconfiado, al historiador que esparce sobre los diversos asuntos que ejercía su pluma las más atinadas reflexiones».

Todavía hoy se leen con aprovechamiento algunas de las novedades que aportó en su Derecho Administrativo español como la relativa a los principios de actuación de la administración o las amplias referencias históricas a las reglas de esta disciplina. Así por ejemplo las que se contienen en el segundo tomo de su Derecho Administrativo Español, sobre los bienes públicos.

III. Pasión por la Historia

Colmeiro perteneció a dos importantes academias reales españolas, la de Historia (26 de abril de 1857), y la de Ciencias Morales y Políticas (9 de septiembre de 1857) de la que fue miembro fundador. En ambas desarrolló trabajos de enorme relevancia científica y cultural.

Su pasión por la historia fue una especie de flechazo intelectual. Escribe en el prólogo a su libro De la Constitución y del gobierno de los reinos de León y Castilla: “consagrado a la enseñanza del derecho político y de la Administración en la Universidad Central, me aficioné sin sentirlo al estudio de la historia como ayuda poderosa para cultivar con provecho aquellas dos ciencias de extrema necesidad en el arte de gobierno”. En el ámbito de la Real Academia de la Historia emitió los informes más variados: “La estancia de Francisco I en la torre de los Lujanes”; o “Los restos de Colón. Informe de la real academia de la Historia al Gobierno de S.M. sobre el supuesto hallazgo de los verdaderos restos de Cristóval Colón en la iglesia catedral de Santo Domingo” (197 páginas).

También contestaciones a discursos de ingreso en la Academia. En una de ellas, la de contestación al discurso de ingreso de Don Santiago Diego Madrazo en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas dijo unas palabras de permanente actualidad y que revelan la honda vocación de servicio de Colmeiro: «los hombres pasan, pero quedan las instituciones que, renovándose sin cesar, desafían los estragos del tiempo, y en esto, señores, se funda la gran utilidad de las academias, que cada día velan por el tesoro de ciencia que heredan de sus individuos y transmiten a otros con el encargo de aumentarlo».

Pese a la autoridad científica que poseía buscaba mejorar sus obras con el consejo de otras personas. El 2 de mayo de 1863 pudo firmar la “advertencia” preliminar al primer tomo de la Historia de la Economía Política en España. La obra, protegida por la Corona, había sido anunciada por Real Orden de 12 de octubre de 1860. Y para contar con la necesaria crítica, leyó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en juntas ordinarias, diversos capítulos, según los iba escribiendo, beneficiándose “de las benévolas advertencias y sanos consejos” que suscitaban.

Luis Suárez Fenbández, un siglo después, en la referida sesión en honor a su memoria, recordaba de las (muchas) “páginas del Boletín de la Academia que Colmeiro llenó con su pluma, las cuales demuestran la gran actividad que como miembro de la misma desarrolló hasta el momento mismo de su muerte” y hace referencia “a dos grandes obras colectivas, de la propia Academia, en que tuvo nuestro compañero, ilustre por tantos conceptos, una muy destacada intervención. Me refiero a la Historia general de España, proyecto luminoso de Cánovas del Castillo y a la publicación de los cuadernos de Cortes de Castilla y León”.

IV. “Particular inclinación” por la Economía

El interés de Manuel Colmeiro por la Economía se manifestó en 1843, al traducir la obra de J. Droz, publicada en castellano con el título Economía política o principios de la ciencia de las riquezas. Utilizó esta traducción como libro de texto en la Universidad de Santiago. En el ámbito de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, se ofreció publicar un catálogo razonado de escritores de obras de carácter económico-político de los siglos XVI, XVII y XVIII. Y así vio la luz en 1861 la Biblioteca de los economistas españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII. Con este bagaje de conocimientos histórico-económicos publicó dos años más tarde, en 1863, su Historia de la Economía Política en España, una obra de referencia exclusiva durante muchos años hasta la segunda mitad del siglo XX. Escribe Comeiro en la “Advertencia” de esta obra escrita en dos volúmenes:

Como amigo de la libertad veía en su ejercicio una fuente del progreso y avisaba frente a un excesivo dirigismo estatal que habría de provocar el desaliento del “espíritu de invención, asociación y empresa”. Y, frente a lo que hoy se denomina el “pensamiento único”, afirmaba que cuando a la tutela de las artes (de las manufacturas y del conjunto de la economía) se sumaba “la esclavitud del pensamiento”, el resultado acabaría por ser “un cadáver, en vez de una nación llena de vida”.

V. Vocación de servicio público

Su afán de servicio a la sociedad le acompañó desde muy joven: con 25 años (en 1842) escribió una “Memoria sobre el modo más acertado de remediar los males inherentes a la extremada subdivisión de la propiedad territorial de Galicia”, por la que fue premiado por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de Compostela, y, como otros personajes de su tiempo, ocupó cargos públicos y políticos de relevancia y -podemos intuir- de trabajo esforzado y discreto, como el de Inspector General de Instrucción Pública en 1974. Son también reseñables los ostentados en esos últimos 13 años de su existencia: consejero de Estado y presidente de su Sección de Fomento, el 24 de febrero de 1881, cargo que volvió a desempeñar en 1885; Fiscal del Tribunal Supremo de Justicia el 15 de febrero de 1886, hasta su dimisión el 10 de julio de 1890; Senador por elección de la Real Academia de la Historia, el 3 de mayo de 1877 pasando a ser el 5 de septiembre de 1881 senador vitalicio.

A la muerte de Manuel Colmeiro, en agosto de 1894, la Real Academia de la Historia tomó el acuerdo unánime de escribir a su viuda, María de la Paz Salvá, para manifestarle el dolor de la Corporación al ver “arrebatado de su seno a uno de sus más preclaros individuos”, el que, “por sus luminosos y discretos consejos y sus brillantes y meritorias tareas, se había granjeado el cariño y el respeto de sus compañeros”. Y no solo de sus contemporáneos sino de autores posteriores que, como Gascón y Marín, preconizaron la “vuelta a Colmeiro”, expresión que ha hecho fortuna y que señala la importancia de los estudios históricos en la labor científica.

Bibliografía consultada: M. Salvá, Necrología del Excmo. Señor D. Manuel Colmeiro, individuo de número y bibliotecario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, leída ante esta corporación en las sesiones de 13 de Diciembre de 1898, 21 y 28 de Marzo y 13 de Junio de 1899 por Melchor Salvá, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1899; X. L. López Rodó, “Manuel Colmeiro, desde la perspectiva de hoy”, en los Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 70 (1993), págs. 399- 412; J. Rodríguez Arana, Manuel Colmeiro, un ilustre administrativista galego, en conmemoración do I Centenario do seu pensamento: 1894-1994, Santiago de Compostela, Escola Galega de Administración Pública, Xunta de Galicia, 1994; J. Rodríguez Arana (ed.), Manuel Colmeiro, 1818-1894: Estudios conmemorativos do seu primeiro centenario, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1995; VV.AA., “Estudios en honor de Colmeiro”, Universidad de Santiago de Compostela, 1950. L. Suárez Fernández y C. Seco Serrano, “Dos centenarios: Martín Fernández de Navarrete. Manuel Colmeiro y Penido”, en el Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, CXCII, 1 (1995), págs. 143-158; Rafael Domingo, “Manuel Colmeiro (1818-1894)”, en R. Domingo (ed.), Juristas Universales. vol. III. Juristas del s. XIX, Madrid, Marcial Pons, 2004, págs. 313-315; Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, marqués de Castrillón, Colmeiro y Penido, Manuel. Santiago de Compostela (La Coruña), 1.I.1818 – Madrid, 11.VIII.1894. Economista, historiador y abogado.
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